7:30. – Buenos días cariño! – Oigo esa dulce voz que me despierta cada mañana, acariciándome suave el pelo y diciéndome frases como: ¡Hoy es un buen día para sonreír! o ¡sonríe a la vida, y la vida te devolverá esa sonrisa! mientras levanta poco a poco la persiana para que la luz del nuevo día no deslumbre con mucha fuerza mis ojos aún adormilados. Sí, efectivamente, esa es mi mamá que viene a despertarme porque hoy es lunes y toca ir al Cole. Después de mi bostezo mañanero entre mis sabanas del superman, salgo de la cama de un salto, me lavo la cara, me visto rápido y voy a desayunar, hoy es un nuevo día! Tengo mucha energía y estoy deseando llegar ya al colegio para ver a todos mis amigos y jugar con ellos!
10:00. Voy con mis cascos escuchando a David Guetta a todo volumen, la Universidad no queda lejos del colegio mayor en el que vivo, apenas tardo más de 15 minutos en llegar a clase, voy apurado de tiempo, vuelvo a llegar tarde, me da pereza ir a la universidad, pienso en el día que me espera… Tengo que ponerme al día con Genética, Química y Anatomía, tengo que entregar un par de trabajos para esta semana y mandar varios mails a los profesores, tengo un seminario a las dos y luego prácticas de tres a ocho, así que esta tarde tampoco podré estudiar, ni tampoco tendré tiempo para comer! No tengo tiempo para nada! Estoy agobiado y aún no ha empezado el día, mi móvil no para de vibrar, me hablan por WhatsApp y contesto, voy llegando a la uni con la cabeza gacha mirando el móvil mientras camino, me tropiezo con un bordillo, ¡mierda! Que mal empiezo el día! Lo que me espera, así no se puede vivir! La vida del estudiante es la peor, no entiendo cómo mi madre puede decir que estos fueron los mejores años de su vida!
13:00. He venido corriendo a comer a casa, hay mucho trabajo en la oficina, y tenemos que trabajar muy bien para conservar nuestro puesto de trabajo, últimamente solo se habla de la crisis y de cómo está aumentando el número de parados. Me preocupa. Tengo 3 hijos y la empresa de mi marido cada vez va peor, tal vez en breves seré la única que traiga dinero a casa a final de mes. Como. Los niños están en el colegio y no vuelven hasta las 5, por suerte tengo a mamá que los va a buscar. Vuelvo a coger rápido el coche y me dirijo al trabajo, hay tráfico, los coches tocan impacientes el claxon sin parar, como si eso fuera a aligerar el tráfico. Me duele la cabeza, pero aún me espera una tarde muy dura. Me tomo un café. Solo quiero llegar a mi casa y poder descansar, ojala que cuando llegue, los niños ya estén dormidos.
19:00. Ya he ido a recoger a los pequeños al colegio, han merendado y hemos jugado un rato a un juego de palabras que les han enseñado en el colegio, ahora están terminando las tareas que les han mandado sus profesores mientras yo hago la cena y leo por enésima vez – me encanta ese libro – Cumbres Borrascosas. Fuera esta anocheciendo y una ligera y agradable brisa entra por la ventana de la cocina que esta abierta. Siento paz, hoy ha vuelto a ser un día tranquilo. Tengo tiempo para pensar. Supongo que eso es lo que te regala la vejez, tiempo, para pensar, para recordar, para disfrutar. Ya oigo a los niños bajar corriendo por las escaleras, nunca se cansan, tienen energía todo el día. No les juzgo, recuerdo como amaba yo gritar y correr por los pasillos de mi casa cuando tenía su edad.
21:00. Cuando llego a casa los niños ya han cenado y están revoloteando por el salón. Me ven y corren a abrazarme y tirarse encima mío, en otras ocasiones eso me hubiera molestado ya que estoy cansada, pero agradezco ese abrazo, me arrepiento de haber deseado antes que estuvieran dormidos cuando llegase a casa, ¿Qué sería de mi sin ese abrazo? Miro a mis pequeños, a mi madre feliz, a mi marido que me quiere, entonces me apoyo en la pared, se me olvidan todos los problemas; la economía, el tráfico, el paro… y recuerdo las frases que le digo cada mañana a mi hijo cuando le despierto; así que voy hacia ellos y les doy un beso. Soy feliz.
7:30. – Buenos días cariño! Sal de la cama y ve a comerte al mundo! – Oigo esa dulce voz un día más… gracias mamá!
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