Tristeza. Dolor. Rabia. Impotencia. Esto es lo que siento cuando leo, veo, escucho sobre las décadas racistas tan sangrientas y crueles que invadieron nuestro mundo durante tantos – demasiados – años. ¿Cómo puedo enmendar yo semejante comportamiento de mis antepasados? ¿Cómo puedo mirar a una persona de color y pedirle que no me odie por tanto daño que le ha causado la gente de mi raza? Razas. Ese es el tema.
Cuando pienso en ello el corazón se me estremece, empieza a brotar en mi interior una fuerte ira, un sentimiento de odio y rabia… pero que termina con lagrimas en mis ojos, ¿por qué este mundo es tan cruel? ¿Dónde quedo la humanidad de ese ‘‘hombre blanco’’ que violo a la mujer negra madre de tres hijos delante de su esposo? ¿Dónde quedo la humanidad de ese ‘‘hombre blanco’’ que mato de un tiro en la cabeza a un negro solo por pedirle un descanso de 5 minutos?¿Dónde quedo la humanidad de esa ‘‘mujer blanca’’ que trataba como un animal a la criada negra de su casa y la azotaba sin piedad si se equivocaba en alguna tarea? Nunca creí que pudiera caber tanto odio en nuestro corazón. Parece que el ser humano tiene una tendencia a odiar y de querer imponerse. Es capaz de transmitir ese odio de generación en generación, convirtiéndose en un odio ancestral incapaz de superarse, de llegar a acuerdos para conseguir la paz.
Quizás cuando hablamos de racismo lo asociamos más a la raza blanca y la raza negra, aunque tenemos que tener en cuenta también que no solo hay racismo blanco y negro, sino que también existe racismo entre asiáticos, latinoamericanos, africanos, europeos... y es cuando me pregunto ¿Qué diferencia hay entre nosotros? A simple vista la tez no es la misma. Los asiáticos son amarillos, los africanos negros, los latinoamericanos café con leche , los europeos son blancos… Pero estamos hablando solo de una diferencia en el color de la piel, ¿es eso lo que nos hace tener distintos derechos? De la misma manera que no se discrimina una persona con el pelo rizado o los ojos verdes, ¿por qué sí lo hacemos cuando se trata del color de la piel?
Como bien hemos dicho antes, cuando se habla de racismo se suele pensar más entre la raza blanca y negra, siendo esta última una raza que durante el periodo de colonización fueron sacados a la fuerza de sus países, alejados de sus costumbres y sus familias, maltratados y vendidos por los traficantes de esclavos, obligados a trabajar sin ninguna consideración por parte del “amo”. Se introdujeron en los países donde les explotaban con bastante docilidad asumiendo el trabajo y sometiéndose a todas las barbaridades que el “hombre blanco” imponía.
Actualmente, ese racismo sigue existiendo en menor medida. Uno de los problemas es que la gente no se da cuenta que para ellos es una situación difícil la de tener que emigrar. Han dejado su tierra atrás, su familia y amigos en busca de un trabajo que les ayude a sobrevivir. No les ha quedado otro remedio. Ellos también preferirían estar entorno a sus seres queridos pero han tenido que tomar esa decisión para seguir adelante. Es por ello que todo ser humano tiene derecho a ser respetado.
No quiero terminar este ensayo sin decir que no importa el color de nuestra piel. No importa de qué raza vengamos, ya que no hay razas, y como bien dijo el profesor Jaime Nubiola, << Solo hay una raza, que es la del género humano>> .